sábado, 12 de diciembre de 2009

Algo que Saber

Nosotros como profesionales tenemos un compromiso con el bienestar infantil, que nos obliga a tomar postura activa en aquellos casos en los que los niños/niñas están siendo víctimas de maltrato, se encuentran en situación de desprotección, o no están siendo satisfechas sus necesidades básicas de forma adecuada, a notificar estas situaciones, para poner en marcha las actuaciones de protección oportunas. Su eficacia será complementada con la actuación en los demás niveles de intervención.


En los centros educativos se debe trabajar con niños/niñas que presentan algún obstáculo que impidan o dificultan su aprendizaje y su desarrollo óptimo, entendido éste último, como el resultado de la interacción entre el individuo y el entorno. Estas dificultades pueden tener su origen en problemas inherentes al propio sujeto, sensoriales, motores, psíquicos, etc., sin embargo, algunos niños/niñas encuentran también dificultades severas que les impiden su desarrollo, y que tienen un origen social, debido a las disfunciones que se producen en los distintos contextos en los que viven. Nos estamos refiriendo a los problemas que causa en el desarrollo/aprendizaje de un determinado niño/niña, la poca o nula atención que se le presta desde la familia, la escuela, la sociedad o la cultura en la que vive. Hablamos de las situaciones de riesgo social.

El desarrollo de cada niño/niña, viene determinado por sus propias características y por las transacciones que se producen entre los distintos sistemas en los que se encuentra. El microsistema, que son los entornos más próximos al niño/niña (familia, amigos), el mesosistema, que hacen referencia a las relaciones familia-escuela, el exosistema, referidos a los entornos en los que el niño/niña no se encuentra, pero que le afectan a sus condiciones de vida y a la forma en que cubren sus necesidades básicas, y el macrosistema, que se refiere a la cultura en la que vive y con la que se relaciona a través de su influencia en los demás contextos.

De acuerdo a lo anterior se puede inferir que al existir barreras en los sistemas nombrados con anterioridad la población infantil va a estar sujeta a una serie de consecuencias a nivel cognitivo, emocional y social.

 Consecuencias cognitivas: dificultades de lenguaje, problemas de atención, concentración, memoria y razonamiento, falta de motivación, egocentrismo.

 Consecuencias emocionales: establecimiento de apego inseguro, problemas en la regulación de las emociones, baja autoestima, falta de seguridad y confianza en sí mismos, atribuciones erróneas.

 Consecuencias sociales: falta de interés en las interacciones sociales, muestras de apatía y aislamiento social, ausencia de habilidades sociales, conductas agresivas físicas y verbales, problemas de adaptación a contextos nuevos.



BARUDY, J. (2001): El dolor invisible de la infancia: una lectura ecosistémica del maltrato infantil. Barcelona. Paidós.

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